Un profesor cansado de la enseñanza es lo peor que un alumno puede tener. Eso era yo después de 25 años dedicado a la docencia.
Pero la suerte llamó a mi puerta. El bagaje acumulado en mis viajes al Sudeste de Asia, gracias a las largas vacaciones que antes disfrutaban los profesores, me sirvió para que una agencia Camboyana se fijara en mí y me contratara para dirigir su departamento de viajes especializado en el mercado hispano. Siete buenos años trabajando en Phnom Penh. Después vino la crisis y mi independencia profesional creando mi propia empresa, un turoperador receptivo para clientes hispano hablantes.
10 años más (de un total de 16 en Camboya) dirigiendo mi propia empresa, dando clases de castellano a mis guías para que puedan explicar los templos de Angkor con fluidez y profesionalidad. Y, sobre todo, un montón de años tratando que las vacaciones de nuestros clientes sean algo inolvidable.
Y aunque la jubilación está a unos cuantos años vista, esto no tiene visos de acabar. Lo que he vivido en Camboya es la experiencia más fascinante que jamás hubiera podido imaginar. Y mientras el cuerpo y la mente aguanten aquí seguiré para compartir lo que sé y lo que he aprendido con todos los que queráis visitar este extraordinario país.